Que si la resurrección de Mickey Rourke, que si la película del año... Mucho se ha ido diciendo de esta esperadísima película protagonizada por el gran Mickey Rourke que ya resucitó, a pesar de lo que se diga ahora, con su gran actuación de Marv en "Sin City". La pregunta del millón: ¿Es para tanto? Pues si, no, o como siempre, depende de tu gusto.
Desde mi punto de vista, e intentando ser objetivo, si, es para tanto. La interpretación de Rourke es de las que ya no se hacen. Se queda grabada, no se olvida. Es dolorosa, natural, realista y estremecedora. Y eso es muy importante, teniendo en cuenta que este hombre ha perdido gran movilidad facial, una importante herramienta a la hora de actuar.
El resto, es una historia sencilla que se apoya en Rourke y su trabajo, además de el resto del reparto. Un profesional de la lucha libre que fué grande en los 80 se resiste a su retirada, luchando para fans en pequeños recintos de segunda clase, poco público, malas condiciones, mala vida... Alguien que ha fracasado en su vida personal y se resiste a abandonar la profesional.
Algo tópico y sencillo muy bien llevado a cabo gracias a la cámara en mano, la fotografía de a pie, realista y sobria y un decente guión, doloroso y tétrico.
Aunque por muchas vueltas que se le dé, el punto fuerte es Rourke, que está expléndido. Sus miradas, llantos y hasta movimientos corporales son perfectos e increíbles. Impacta, y mucho. Hace aflorar emociones en los espectadores con simples miradas y gestos. Y sencillamente, se acaban los positivismos sin que llegue a describir la pasión que levanta esta interpretación.
Marisa Tomei igualmente está muy natural y carismática, preparada físicamente para el papel, y es que hay que reconocer que menudo cuerpo luce a sus 44 años en la cinta. Aunque no hay que desmerecer a la actriz que interpreta a la hija de Rourke, haciendo dos escenas muy emotivas e importantes en la película donde da la talla al lado de Rourke.
Estamos ante una muy buena cinta, un film emotivo, que recuerda en ocasiones a cosas como Rocky, aunque en un ambiente más crudo y duro, y un buenísimo final. Acertadísimo, una lección (o reflexión) sobre lo que es la decadencia que parte el corazón.
Muchas escenas impactantes, además de muchas curiosidades que no se conocen sobre la lucha libre que aderezan el absoluto drama que es la película. Insisto: la interpretación de Rourke, para el recuerdo.
Más información: Filmaffinity IMDB
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